Gran colaboradora que formó parte de comisiones y grupos de trabajo para Turismo y otras instituciones, como “Curita Gaucho”, “Agrupaciones Tradicionalistas”, “Fundación Evita” y la “Alianza Francesa”. Fue presidenta de la Fiesta Internacional de Pesca del Pejerrey y Lanzamiento (FIPPYL).
En 1976, en plena dictadura militar, un decreto interrumpió el feriado de carnaval por lo que se dejó de organizar el tan importante festejo. Preocupados por evitar la desaparición del Carnaval, Estela Samacoits de Maradey y los integrantes de la Asociación FIPPYL organizaron el “Corso” en la Avenida Luis N. Palma.
En 1979 se creó la Comisión de Carnaval integrada por los diferentes clubes.
Por 1977, Juventud Unida promovía el llamado “Carnaval de la Risa”, ese mismo año, un grupo de padres decidió armar una murga infantil cuyo vestuario estaba realizado de vaqueros y chalecos con tiras de papel crepé de colores. Esa pequeña murga ganó y fue noticia en toda la ciudad. Con el premio invirtieron en instrumentos de percusión y entre todos los festejantes le pusieron el nombre de “Papelitos del Oeste” para luego participar así en el carnaval que se desarrollaba en Luis N. Palma.
Hizo lo propio para el Desfile de Carrozas, donde dirigió trabajos y conjuntos humanos en varias ediciones, como el reconocido Grupo Humano “Éxodo Jujeño”. Su participación en los distintos espacios no la alejó nunca de su pasión por el Carnaval y, años después, se convirtió en una de las más fervientes trabajadoras que cimentaron la comparsa Papelitos.
Estela mantuvo una participación social y artística muy prolífica. En muchas ediciones, colaboró con el director Numa Frutos en sus comparsas, fue la primera socia mujer del Club Central Entrerriano, tuvo una activa colaboración en el Tiro Federal, club para el cual dirigió “La Diablada”, la propuesta de Ara Yeví en 1987; parte del trabajo de la misma se hizo en el garaje de su casa.
Muchos directores de comparsas le encargaban trabajos especiales, incluso hasta avanzada su edad por su especialidad en bordados, incluso “Juancho” Martínez hacía vestidos y trajes en su casa ya que tenía su taller en la misma.
Durante su vida, la casa de Bolívar 713, su casa, fue un centro cultural y un espacio dedicado al arte y a la vida social de la comunidad. Estela fue una incansable trabajadora del Carnaval y una defensora del Corso, con una pasión que llevó hasta el final de sus días. Una visionaria del Carnaval que hizo que su espíritu siga vigente en todos aquellos que continúan con su legado.
