Cómo explicar la pasión de esas cerca de mil personas que cada noche de sábado y el fin de semana de Carnaval desfilan por el Corsódromo? Solo es posible asomándose a sus historias particulares e íntimas.
LA VOZ DE LOS HACEDORES
Florencia Leuze brilló en la cuarta noche con el personaje destacado de Pirata en Papelitos, en lugar de Martín Ayala. Antes fue parte de otra escuadra personificando a una bruja donde se destaca por su desempeño en pasarela. Sus amistades resaltan la pasión de Flor por el carnaval, su mano extendida dando ayuda, su solidaridad constante y sobre todo su profesionalismo.Además de bailarina, desde hace 11 temporadas, Leuze es maquilladora profesional y varias veces integró los equipos de maquillaje de Kamarr y Papelitos, alternando un doble rol.
El diálogo con R2820 transitará de los nervios iniciales a las sonrisas cómplices y la emoción, esa que cada sábado expresa en la pasarela José Luis Gestro.
“Vivo a cuatro cuadras del Corsódromo y desde casa se escucha todas las noches el carnaval. Por ende, desde chica siempre lo viví con muchas expectativas. Esperaba siempre la llegada del verano. Tenía 9 años y recuerdo una imagen muy especial: en los primeros años del Corsódromo no se ponían chapas a la salida sobre Sarmiento, entonces, las carrozas salían y seguían tocando. Yo iba con mis padres y cantaba y bailaba”, confesó con los ojos brillantes de lágrimas tímidas.
“Creo que desde ahí nació mi pasión. Les pedía a mis papas que me lleven a ver el carnaval casi todos los fines de semana y es muy loco porque en mi familia soy la única carnavalera. De ninguna de las dos partes tengo familiares artistas o vinculados al entorno del carnaval”, contó.
LA “MÍSTICA” CARNAVALERA
Gualeguaychú vive el carnaval todo el año, más allá de cada enero y febrero. Es un fenómeno social y cultural que escapa a las lógicas tradicionales porque para algunos es casi una religión, para otros es una fuente laboral y para muchos es simplemente una pasión inexplicable. A Flor se la encuadraría en este último grupo.Para describir esa pasión o mística, la protagonista recurre a la pasarela, el lugar que irradia la magia hechizante: “el fin de semana pasado pude interpretar otro personaje, por ende, recibí un reconocimiento dentro de la comparsa. Recibir ese cariño y aprobación me hizo ver que estoy en el lugar correcto e hice las cosas bien porque me lo dijeron muchos integrantes y colegas. Creo que ahí se ve cómo se comparte la pasión carnavalera”, reconoció Flor a R2820.
Al explicar esa “pasión” sus palabras señalan “el disfrute y la alegría”, pero también “el compromiso y la responsabilidad”. Cuando llega la época de carnaval “compartís hasta tu casa, les abrís la puerta a los que viene de lejos, compartís salidas y momentos en la previa. Para nosotros es difícil de explicar por qué pasamos tantas horas en el club alistándonos, pero la verdad es que esperamos toda la semana ese momento y esperamos el verano para volver a disfrutar”.
La “pasión no es solo salir en la pasarela sino todo lo otro: cada sábado cierro mi peluquería temprano a pesar que es el día de más trabajo para irme al club. Es llegar encontrarte con amigos que durante el año casi no ves, es compartir una charla o un mate, es bailar y proyectar una salida para el domingo. Es una familia, esa es la mística del carnaval”, contó.
Además, esa pasión “se da con los integrantes de las otras comparsas. Con la gente de Kamarr, por ejemplo, tengo mucho cariño y relación y siempre estamos en contacto sobre todo en estos dos meses tan intensos”.
Flor Leuze recurrió a otro ejemplo para graficar la “mística” y explicó que “cuando no se hizo el Carnaval por la pandemia fue muy difícil para todos nosotros porque es parte de nuestra vida. En mi caso, desde 2010, todos los veranos estoy en el carnaval y cuando digo esté será el último me doy cuenta que no es fácil tomar esa decisión de alejarse”, reconoce.
Pero la “canceriana mitad leonina” se plantó y dijo “déjame probar, entonces vino Guillermo –que ahora es mi novio- y me arregló el espaldar hasta donde pudo. Faltaban minutos para desfilar y un grupo de gente discutía frente a mí, pero yo estaba decidida a salir y encaré para la pasarela”.
En ese trayecto, “yo me sentía como un boxeador a punto de subir al ring: tenía seis personas a mi alrededor alentándome, dando indicaciones y consejos. Entré a la pasarela, bailé, llegué al final del circuito y no me pasó nada en los hombros. Eso es la mística de ser carnavalero”.
Y con lágrimas brillando en sus ojos concluye la anécdota con una reflexión: “En el carnaval tengo a mis mejores amigos, a hermanos de la vida y conocí a mi amor. Por todo eso, representa tanto para mí. El carnaval es mi vida”.
DEL DEBUT PAPELITERO AL LARGO RECORRIDO
En 2010, en Papelitos, Flor hizo su debut con “Pan y Circo” bajo la puesta en escena de Renata Dallaglio. “Fue doble, tanto en la pasarela como trabajando de maquilladora. A la tarde maquillaba y a la noche desfilaba. Lo hice todos los años salvo en 2020 y ahora en 2023 que solo estoy como integrantes”.Su primer personaje fue “representar uno de los monos de apertura que acompañaban al “Gallego” Urbini que era el presentador del circo y fue un desafío corporal muy grande: iba completamente vestida, caracterizada y con una careta de mono. Más allá que solo se me veían las manos fue una emoción muy grande e inolvidable”.
En 2011, estuve en Kamarr con “Teatro en Carnaval” otra vez con Renata y fue parte de la parte de la apertura “donde representamos tres momentos del teatro: griego, clásico y el moderno. A medida que íbamos pasando por el circuito nos despojábamos de la vestimenta y representando ese cuadro”.
Un año después encarnó una monja en Papelitos que “expiaba a los pecadores que les gustaba el carnaval” y, en 2013, “no salí como integrante pero fui maquilladora de Tangó. En 2014, volví a Papelitos como una de las Bahíanas donde mi traje representaba la naturaleza a través de los árboles y en 2015, en Kamarr, compartí con “Juancho” Martínez que abría la escuadra y fue uno de los últimos años que desfiló”.
La enumeración sigue en 2016 desde la comparsa del Oeste con su salida en “la escuadra de los magos de Alegra, en 2017 fui maquilladora de Kamarr; el año siguiente integré la carroza de apertura de ““Carnival Freak Show” como la mujer barbuda del circo y en 2019 fue leprosa en “Pandemia” de Kamarr”.
En 2020, en Papelitos fue bahíana con “las flores pequeñas y en 2022 nos consagramos campeones y fui parte de los espíritus y este año mi traje titular es de bruja y salí una noche como pirata en lugar de Martín Ayala”.
LOS DESAFÍOS DE MAQUILLAR PARA EL CARNAVAL
Respecto de las diferencias entre un maquillaje social y el del espectáculo, Leuze detalló que “el de carnaval tiene varias particularidades de acuerdo a cuál sea el enfoque del maquillaje y el tema de la comparsa. Sería una mezcla entre maquillaje artístico y social. Lo ideal es buscar un punto medio, entre el espectador de la primera fila y el de una tribuna donde desde lejos se puedan apreciar los detalles y siga siendo delicado y, a la vez, fotografiable. En mi caso, el jurado actúa como un punto intermedio –como el espectador ideal- que tiene que apreciarlo desde lejos como un maquillaje teatral y desde cerca como un maquillaje social”, sintetizó.Agregó que “el punto medio se logra con los contrastes, colores, los puntos de fuga desde los contornos, ojos y pestañas, brillo. Todos los detalles hacen que ese maquillaje sea apreciado por todos”. Ese desafió se repite cada tarde y noche antes de salir a pasarela. Flor cuenta que “he llegado a maquillar a 22 personas y el año pasado eran 16. Eso depende del diseño y del planteo de la coordinadora del equipo de maquillaje que discute el enfoque artístico con el director de la comparsa. Ella divide las tareas en el equipo de acuerdo a sus capacidades y baja las ideas generales”.
Al igual que otras profesiones vinculadas al espectáculo, el maquillaje también fue evolucionando “porque cambió la tecnología, los materiales, el HD de las fotos y la iluminación imponen otros desafíos”.
EL LEGADO DE “JUANCHO” MARTÍNEZ
Con “León” la gente de Papelitos homenajea a uno de sus máximos artistas: “Juancho” Martínez y todos se ilusionan con verlo desfilar alguna noche a pesar de sus casi 90 años.Flor Leuze lo define como “una institución, es alguien que influyó mucho en el carnaval, en Papelitos y también en el director “Juane” Villagra. Sinceramente, es ver el carnaval, es uno de los históricos que todavía tenemos con nosotros, que podemos disfrutarlo. Es hermoso que él pueda ver esta representación de Papelitos en su homenaje. Me encantaría y me ilusiona que pueda estar desfilando en el Corsódromo”.
SU EVALUACIÓN DEL SHOW
“La idea que salgan las cinco comparsas es muy interesante siempre y cuando todas salgan a competir profesionalmente y no que se presenten para llenar una plaza. Me duele ver que desde mi comparsa hay un trabajo e inversión, hay ganas pero en otras comparsas tienen trajes sin terminar, me parece que no aporta al espectáculo y a quién pagó una entrada para verlo” opinó valorando las cuatro noches hasta aquí desarrolladas.Leuze apuntó que “el planteo que haya cuatro comparsas en competencia y mostrando una buena puesta en escena me parece que es lo mejor”.
Para describir la performance de su comparsa apeló una metáfora mundialista: “Es Argentina ante Francia en la Final de Qatar. En el primer tiempo fueron comentarios elogiosos, después las otras empiezan a sumar y nivelan el espectáculo. Creo que nos van a hacer sufrir un poco como paso en los penales de la final”.
Flor Leuze disfruta cada noche de los 500 metros de pasarela, arenga al público, posa para la foto, está atenta a las órdenes de los coordinadores de la puesta en escena y ordena a su escuadra en caso de ser necesario. Es decir, su concentración está atenta a cada detalle del desfile. Pero vale la pena tanto desgaste? preguntó R2820. La artista respondió con un “si, la comparsa lo vale”.
Entonces, avanza hacia su mirada de la competencia en 2023: “Junto antes de mi debut, en 2009 había sido la última vez que Papelitos salió campeona y no me podía retirar del Carnaval sin sentir lo que es ser campeones. Fue hermoso levantar la copa el año pasado y, como integrante, pienso que para esta edición estamos muy bien posicionados y queremos repetir”.
A su vez, destacó la labor en los talleres: “este año llevo el mejor traje de todos los que me tocaron, con un nivel de detalle y trabajo maravilloso, con un cuidado impresionante desde la moldería, pasando por la tela y la sublimación. El trabajo en carrozas es impecable y la banda está consolidada. Creo que Papelitos tiene muchos puntos a favor”.
A futuro, Flor describió que “hay dos objetivos claros que tengo antes de retirarme y me siento capacitada para ejercerlos: Me gustaría en un tiempo cercano coordinar un equipo de maquillaje y, después de ocho años en Papelitos, sería un orgullo representar los colores de mi comparsa sabiendo cómo ha crecido en estos últimos años. Sería el broche de oro dentro de mi trayectoria”, concluyó Flor Leuze, con emoción.
Una sonrisa en el rostro, un brillo en los ojos y una pasión en el corazón son parte de esa mística que la atrapó desde pequeña en aquellas noches de verano cuando miraba el desfile tomada de la mano de sus padres. Esta madrugada, Florencia Leuze atravesará por enésima vez la pasarela y su mirada buscará en el horizonte esa imagen de la niña de 9 años que soñaba con ser parte del Carnaval del País. Entonces, para sus adentros se dirá a sí misma “misión cumplida, Flor”.-
